martes, 14 de octubre de 2008

Bolivia y su afición incendiaria

Con la llegada de la primavera, despierta una gran necesidad en grandes sectores del agro boliviano por un impulso de quemar tierras agrícolas y forestales del hemisferio sur y oriental para limpiar y ampliar sus áreas de cultivo, en una práctica ancestral llamada "chaqueo". En este acto se queman los campos pretendiéndose alimentarlos con las cenizas de lo que exista sobre los surcos, para así abrir paso a la siembra que antecede a las lluvias.

Sin embargo, este año la quema de pastizales ha dado lugar a una intensa humareda en el cielo boliviano, sobre todo en la zona oriental del país, en Santa Cruz, lo que ha provocando afecciones respiratorias y cierre de aeropuertos.

Así, se prevé que nadie en el mundo ha sido tan exitoso en la destrucción de su bosque tropical, como tampoco nadie ha hecho tanto en tan poco tiempo por destruirlo sin ningún motivo como Bolivia. Brasil ocupa porcentualmente un lugar predominante en destruir la selva. Sin embargo, allí el desatino esconde un fin de lucro. En Bolivia ni siquiera eso.

Hoy es posible ver una foto satelital de la NASA sobre Bolivia en internet y encontrarse con una cicatriz en medio del país donde alguna vez hubo selva y hoy no hay más que terreno quemado y deforestado. En Brasil también se pueden apreciar infinitas extensiones deforestadas de lo que alguna vez fue la Amazonía. Pero ellas lucen resembradas con soya.

El problema con los bolivianos es que sus quemas por el chaqueo se salen de control y acaban quemándose miles de kilómetros cuadrados de selva o ex selva, llenando de humo el ambiente en millones de kilómetros cuadrados sobre la selva de países como Perú, Brasil, Paraguay, e incluso Argentina.

Ahora, si bien los miles de incendios que afectaron desde comienzos de octubre al oriente y sur de Bolivia, empezaron a apagarse con la temporada de lluvias que cayeron este fin de semana, en países como Perú –la temporada de lluvias ya empezó-, no podrán hacerlo normalmente en presencia de una atmósfera llena de humo.

Según el diario La Prensa de La Paz, este año se han detectado cerca de 26.000 focos de fuego (188.000 en los últimos diez años), que han quemado más de 20.000 hectáreas, según cifras preliminares de fuentes oficiales, las cuales han obligado a evacuar a cerca de mil familias de las zonas de riesgo.

Asimismo, seis de los nueve departamentos bolivianos se vieron afectados por el chaqueo, de los cuales Santa Cruz cuenta con un 70 % de estos fuegos.

Al parecer, el presidente Evo y su gobierno poco o nada les importa controlar su chaqueo. Y este no debe ser el caso de los demás países. Las imágenes de satélite que se recibe en Internet de Bolivia muestran por lo menos un par de cientos de focos de incendios atribuibles al chaqueo. Demasiado alto en número y demasiado temprano en el calendario.

Resulta evidente que hay una lógica de destrucción o de maximización de ingresos detrás de leyes Agraria y Forestal de Bolivia, las cuales atentan contra la conservación del bosque, no solo boliviano, sino también peruano, Brasileño y paraguayo. Cambiar esa lógica es también responsabilidad nuestra.

La devastación forestal por incendios en la región, con todas las graves consecuencias que conlleva, y la peligrosa tendencia que muestra año a año, demanda medidas urgentes medidas de prevención y el estudio de modelos alternativos de producción.

Esta práctica de quemar a manera de "limpiar" el terreno para recomenzar la producción, está deteriorando de manera muy grave el entorno y la salud. No es la única alternativa. Es más, el deterioro de la tierra es significativo al chaquear. O es que limpiar a mano o con máquinas es muy costoso, Por ello, ¿el chaqueo no debería ser sencillamente ilegal?

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