Dicen que el cielo tomó un albiceleste más prominente desde el 31 de marzo. El demócrata Raúl Alfonsín emprendió el rumbo del silencio profundo mientras que casi toda Argentina rompía en sollozos y gritos, algunos de dolor y otros de cólera.
El ambiente era parecido, pero la situación completamente distinta. En julio de 1989, Raúl Alfonsín entregó el poder anticipadamente acuciado por una brutal crisis económica, la condena popular a su gestión era casi unánime. Sin embargo, veinte años después, es también mayoritaria la indulgencia ante sus errores como padre de la democracia argentina.
El ex líder de la Unión Cívica Radical(UCR), falleció el martes en su casa, donde estaba en observación tras sufrir una descompensación la noche anterior. El ex mandatario, de 82 años, padecía un cáncer de pulmón.
El “Nüremberg argentino”
Este abogado y político argentino será recordado a través de la historia por una serie de hechos que lo definen marcadamente:
Conformó la coalición político-social conocida como la “multipartidaria” que preparó el terreno para las elecciones presidenciales de 1983, en las que se impuso con el 51,7% de los votos frente al 40,1% del peronismo, que por primera vez era derrotado en las urnas.
Alfonsín tuvo que hacerse cargo de un país arrasado económica y moralmente. Recién asumido el cargo de presidente - tras casi ocho años de dictadura de Juan Domingo Perón - puso en marcha una Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, presidida por el escritor Ernesto Sábato, que elaboró el informe Nunca Más.
Luego del informe, el presidente de Argentina realizó un hecho sin precedentes, no solo en la historia latinoamericana, sino mundial. Acusó formalmente a 15 altos mandos de las Fuerzas Armadas por los crímenes cometidos.
La operación de limpieza en las Fuerzas Armadas no pudo proseguir en otros niveles porque, sometido a una intensa presión y a dos rebeliones (los carapintadas), Alfonsín se vio obligado a dictar la muy criticada Ley de Punto Final y de Obediencia Debida, que dejó en la calle a decenas de oficiales de menor rango, igualmente asesinos.
Pero la otra cara de la moneda para su mandato se presentó en su lucha contra la crisis económica. Una batalla que no pudo ganar.
Así, Alfonsín no pudo batallar contra el lastimoso estado de la industria que había heredado de la dictadura. Fatigado por una espiral de hiperinflación junto a la recesión -más del 3.000% en 1989-, por el permanente acoso de los peronistas y de los sindicatos, que sacaron a la calle a los ciudadanos y le organizaron ocho huelgas generales, Alfonsín entregó el poder, cinco meses antes de acabar su mandato, al peronista Carlos Menem.
Allí se daba paso a otro suceso inédito en su país: Argentina era escenario de un traspaso democrático y legal del poder.
Joaquín Morales Sola, uno de los comentaristas políticos más famosos y apreciados de Argentina, manifestó que “su muerte quizás sirva para recordar que una sociedad no puede vivir en la crispación y el enfrentamiento, como sucede ahora”.
Apóstol de la democracia
La muerte de Alfonsín provocó una auténtica conmoción en todos los sectores de la sociedad argentina y ha creado por un instante un sentimiento de unidad y consenso nacional, poco frecuente en la vida política argentina, caracterizada por su crispación y los enfrentamientos personales.
Según estimaciones de medios argentinos, más de 100.000 personas salieron a las calles a despedir al ex presidente y otras 80.000 acudieron a su velatorio, en el Parlamento.
Un hecho interesante, más si recordamos que en el país “gaucho” no se presentaba un homenaje popular espontáneo desde el entierro de –el que so podría llamar su enemigo- Juan Domingo Perón, en 1974, y que sorprendió a su propio partido, la Unión Cívica Radical (UCR) -segunda fuerza política del país-, y al Justicialismo (peronismo), en el poder.
Aunque también no faltaron los que festejaron la muerte de Alfonsín. La presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, acusó al ex presidente argentino de “defender el terrorismo de Estado” y criticó a los “hipócritas” que lo lloraron.
Resurgimiento de la UCR
Finalmente pesó el sondeo realizado por la consultora Ibarómetro y publicado por el diario Perfil, en el cual se destaca que el 54,3 por ciento de los argentinos cree que la muerte del ex presidente Raúl Alfonsín puede contribuir al resurgimiento de la Unión Cívica Radical (UCR), un centenario partido que está en crisis desde hace varios años.
Asimismo, el 19,9% de los consultados destacó que el vicepresidente argentino, Julio Cobos, es el dirigente más “beneficiado” con el escenario que se abre tras el fallecimiento del caudillo de la UCR, mientras el 17,6 por ciento sostuvo que el 9,8% se inclinó por Ricardo Alfonsín, uno de los hijos del ex presidente.
Y cabe recordar que Cobos está enfrentado con el Gobierno de la peronista Cristina Fernández desde que el año pasado, como presidente del Senado, votó en contra de un polémico esquema impositivo para las exportaciones de granos que pretendía establecer el oficialismo.
También se hicieron presentes las condolencias de todos los mandatarios de Latinoamérica. Por ejemplo, en Perú se declaró día de duelo nacional y la bandera peruana ondeó a media asta en todos los edificios públicos y en las misiones diplomáticas del país.
Tampoco faltó el saludo del nuevo presidente de Estados Unidos, quien subrayó el papel de Raúl Alfonsín en la consolidación de las democracias en América Latina, en una carta de condolencia que le hizo llegar a la presidenta de argentina.
Al final, superada la sorpresa, la clase política ha puesto la vista en las elecciones legislativas del próximo junio para sacar partido del reconocimiento popular a Alfonsín y apropiarse de su figura. En fin, larga vida a Raúl Alfonsín…
martes, 28 de abril de 2009
El adiós de un demócrata
Etiquetas:
Latinoamérica
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