domingo, 26 de abril de 2009

El Salvador, ¿cambio esperado o regreso al pasado?


Frente a un país violento y polarizado como El Salvador, donde aún se perciben las rencillas dejadas por la guerra civil de la década de 1980, se llevaron a cabo las elecciones presidenciales que dieron como ganador al candidato izquierdista del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), Mauricio Funes.

Funes se proclamó ganador de las elecciones al lograr el 51.3% con 1.349.142 votos, frente a los 1.280.995 votos (48,73%) del ultraderechista Rodrigo Ávila, candidato de la gobernante Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

Así, el candidato izquierdista de la ex guerrilla rompió con 20 años de predominio de ARENA, que gobernó El Salvador desde 1989.

¿Socialismo del siglo XXI?

Si bien las encuestas reflejaban constantemente que entre el 70 y el 80% de la población sentía que el rumbo del país no iba bien y que quería el cambio, es necesario saber qué implica la llegada de una agrupación -francamente comunista- a la presidencia salvadoreña.

Y es que si bien Funes encarna la esperanza del “cambio” por su larga carrera periodística y por haber arrinconado en sus entrevistas a líderes políticos y denunciado casos de corrupción, cabe recordar que va acompañado por un vicepresidente, Salvador Sánchez Cerén, y por una bancada parlamentaria, que responden íntegramente al FMLN.

Sánchez Cerén, el teórico del grupo, afirmó no hace mucho que “no somos alternancia, somos alternativa. Llegaremos al poder, conquistaremos a la nación entera y que esa forma de gobierno no cambie. Por supuesto no con las bayonetas, ni con persecución. Hay ejemplos, como Venezuela, que es nuestro modelo”.

Al analizar este mensaje, uno se enfrenta con el deseo de la bancada del FMLN de unirse al “socialismo del siglo XXI” impulsado por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Es decir, quitarle autoridad a todas aquellas instituciones dedicadas a contrapesar y equilibrar la legitimidad constitucional de un país.

Retos por afrontar

Al asumir el mando, Funes tendrá que afrontar los severos problemas sociales en materia de salud, desarrollo social y seguridad pública, en un año marcado por la crisis económica global.

Los cerca de 4,2 millones de salvadoreños que se acercaron a las urnas para votar urgen de más puestos de trabajo, mejor remuneración, precios más bajos y un control efectivo de esa terrible violencia callejera que ha convertido a El Salvador en uno de los países con mayor índice de criminalidad en el mundo.

En este país centroamericano joven, donde cerca del 35% de su población de más de 5,7 millones de habitantes tienen entre 5 y 19 años de edad; cada ocho días muere un niño víctima de la diarrea y doce personas mueren diariamente debido a la ola de violencia.

En lo que respecta a la economía del país, tan sólo en 2008, El Salvador recibió un total de US$ 3,788 millones en concepto de remesas familiares, el equivalente al 17.1% del Producto Bruto Interno. Ante ello, Funes ha prometido que su Gobierno fomentará la unidad y que convertirá la economía del país en la más dinámica de Centroamérica, además de fortalecer las relaciones con Estados Unidos.

Aunque en el país americano lo ven de otra manera. Tal como lo manifestaron los congresistas Dana Rohrabacher y Connie Mark, quienes advirtieron que “si el FMLN llegase a ganar, El Salvador se convertirá rápidamente en un satélite y en un procurador de Venezuela, Rusia y quizás Irán”.

Al final, Funes tendrá que buscar la vía para implantar una democracia que lleve a su país a derrotar a la pobreza y construir un país más justo, más libre y sobre todo más solidario.

Además de mostrar que posee la capacidad para manejar a su bancada y demostrar que no mintió cuando dijo: “No tengo por qué alinearme a una izquierda u a otra. Ni a la que representa el presidente Lula, ni la de Hugo Chávez, ni la de Raúl Castro, sino a la izquierda salvadoreña”.

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